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La sexualidad en personas con discapacidad

Por Magdalena Rivera Becker, sexóloga de Medical Sex Center

Si vamos a tratar este tema, lo primero es recordar que todos los seres humanos somos seres sexuados desde el nacimiento a la muerte, y esto, por supuesto, incluye a las personas con discapacidad. Sin embargo, muchas veces se no considera la sexualidad como un tema relevante cuando se sufre de alguna discapacidad, dejando fuera este aspecto de la vida de la persona.

En Chile, la inclusión de personas con discapacidad es un área donde queda mucho por hacer; en cuanto a la educación sexual también falta desarrollo, por lo que no es una sorpresa que el cruce de estos temas sea algo tabú y poco explorado.

Independiente de las dificultades que puedan presentar, una persona ya sea a nivel físico o mental es importante recordar que tiene derecho a la salud sexual, considerando ésta no solo como la ausencia de enfermedades o disfunciones, sino que como un estado de bienestar en esta área.

En el caso de la discapacidad intelectual, muchas veces se les sigue considerando «niños» a las personas cuando ya son adolescentes o adultas. Sin embargo, aunque su capacidad cognitiva sea diferente, tienen un desarrollo de su interés sexual acorde con ser adolescente o adulto. Debido a las dificultades que presentan, tienen más riesgo de ser abusados sexualmente o de caer en otras conductas de riesgo. Es por eso que se hace necesario el realizar una educación sexual que considere las capacidades de la persona con discapacidad intelectual y se adapte a sus necesidades con el objetivo de que pueda tener una sexualidad saludable.

En el caso de las discapacidades de tipo físicas, existen diversos aspectos que pueden afectar la vida sexual mucho más allá del problema ya sea motor o sensorial. Una de estas dificultades es la poca inclusión en ambientes sociales donde puedan encontrar pareja y la discriminación que pueden sufrir en algunos lugares que afecta la inclusión. Además, en Chile, tenemos ciudades poco preparadas para que las personas con discapacidad puedan desenvolverse y ser autónomas.

A todo lo señalado anteriormente hay que agregar la falta de educación sexual, que es una falencia para toda la población chilena, pero que en estos casos puede ser aun mayor, ya que las familias tienden a sobreproteger a quienes presentan alguna discapacidad.

En los casos en que una persona sufre un accidente o enfermedad quedando de adulto con alguna discapacidad motora, la rehabilitación debería considerar la vida sexual. Así como existen terapias para retomar otros aspectos de la vida, aprendiendo a realizar las actividades con la nueva condición corporal, sería ideal realizar lo mismo para retomar la sexualidad activa desde las capacidades que existen. Incluso si hay daño a nivel de la parte motora o de sensibilidad de genitales, eso no significa que la vida sexual activa se haya acabado. En esos casos se puede retomar la sexualidad explorando el placer desde los otros lugares del cuerpo, considerando que toda la piel tiene receptores de sensibilidad y es por lo tanto erógena, y también pudiendo incluso incluir juguetes o accesorios que faciliten los estímulos.

Es importante recordar que la zona erógena más importante en el ser humano es el cerebro, por lo que a pesar de las limitaciones físicas la sexualidad puede vivirse en forma activa desde las posibilidades que quedan si la persona así lo desea.

El desafío es no olvidar que las personas que presentan alguna discapacidad son seres sexuados y por lo tanto necesitan educación sexual adecuada y atención de salud sexual en caso de necesitarla.

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